Acurrucado tras los coches
oigo tus pasos acercarse.
Vienes de muy lejos
y llevas demasiado tiempo
esperando ver el charco
de mi sangre y mis palabras.
Ha empezado a llover
y he recordado aquel verano
de playas a la orilla de otro tiempo.
Aquí escondido, herido, agazapado,
quisiera no haber dicho
que las olas y el amor
acaban escribiendo su final
entre las rocas.
Me desangro. La bala sigue dentro.
Veo borrosa tu silueta frente a mí,
tu abrigo de cuero,
el carmín de tu pena y tu venganza.
Te he querido tanto, dices,
que no hay tiro capaz
de hacerte el daño que mereces.
Sigues siendo, digo,
igual de contundente:
ayer con las caricias
y hoy con el revólver.
Tampoco tú has cambiado.
Cobarde, irresistible, equivocado.
No muere el amor entre las rocas,
sino en el abandono
y en un bajo de Manhattan,
con un sueldo de mierda
y libros viejos que olvidaste.
No abras fuego, por favor,
no dejes que el rencor te nuble el juicio.
Éramos tan jóvenes,
no sabíamos nada de la vida.
El amor es efímero,
es………………
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