Hay dentro de mí
una escritura milenaria
compuesta de visiones,
de luces,
de palabras.
Colores que narran el origen,
vocales para cada desencanto,
pequeñas llamas encendidas de alegría.
El cielo lee en mis ojos.
La brisa traduce mi profundidad
en un vuelo irregular de golondrinas.
Y siempre esa voz a punto de explotar
en pétalos y sombras.