Por JOSÉ LUIS MORANTE
Cuando habitamos un colorista mapa lírico asentado sobre la libertad estrófica y el verso libre, muchas veces casi en el borde mismo de la prosa, el poeta, ensayista y docente José María García Linares (Melilla, 1977) recupera un esquema clásico, la lira, plenamente apegada al discurrir sosegado de la tradición. Su vehemente cultivo arranca en Garcilaso de la Vega, en el intermedio áureo del Renacimiento, y ha tenido excelsos cultivadores como Fray Luis de León y San Juan de la Cruz. El sólido basamento expresivo prosigue ruta hasta el presente, donde el novísimo Antonio Carvajal personifica al mejor artesano formal y al impulsor más vehemente de las formas cerradas.