ADIÓS A LAS ARMAS

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Mi casa al norte de la vida,

plagada de anteayeres, de acuarelas,

pintada con la luz azul de las palmeras.

Sin armas, sin novelas,

protegida de las mafias y los versos.

No vengas a escribir aquí tus dudas.

Mírame y olvida las palabras,

no pronuncies, no aprisiones, tararea.

Basta con el viento, con el mar,

y el roce de una mano en la mejilla.

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