Cuéntame.
Háblame del viento y de la llama,
de los pájaros que huyen,
de los llorosos cristales del invierno.
Cuéntame.
Dónde has estado desde entonces,
en qué rincones escondiste las palabras,
los acentos que robamos a la noche,
cada signo de interrogación
de la mirada.
Cuéntame.
Dime en qué portales recordaste
la frágil línea curva de mi beso,
la cadera celosa,
la elegancia maltrecha
de mis huellas perdidas en tu playa.
Dame palabras, dame todas las palabras.
Quiero tu voz y la fragancia azabache
de todos los relatos de tu boca,
las idas y venidas,
los años, los lugares,
olvidos y memorias.
Y así me contarás,
te contarás,
la vida
y todo el tiempo que nos queda.