Esta pena y este miedo son iguales
al terror y a la tristeza de hace siglos.
La alegría, el amor o la esperanza
ya fueron escritos en las piedras,
en el barro, en pergaminos.
Nada nuevo hay en el mundo
desde los primeros fundadores.
¿Cómo hicieron e inventaron?
¿Cómo dar un nombre y escribirlo?
Seguimos desde entonces repitiendo
los males, los aciertos, las palabras,
buscando el mismo sueño milenario,
la misma mismidad de la existencia.
¿Quién fue el primero en pronunciarla y cómo?
No hay nada original bajo este cielo,
ni texto ni pecado.
Los dioses, las ideas, los relatos,
los sueños de los niños,
el beso de la madre…
Sólo en el origen
se encuentra nuestra esencia,
en un lago perdido entre la bruma
o en cueva inaccesible.
Viento, lluvia, soledad.
El asombro de estar vivo y de saberlo.