Una pequeña iluminación,
un breve destello en mitad de la noche.
Volvieron tu rostro y tu palabra
a navegar las aguas de mis sombras.
Como la llama que dibuja
los contornos de la niebla espesa,
así guiaste la memoria
hasta la orilla en que reposa
el aliento efervescente
de una juventud perdida.
La lluvia, la belleza,
lo que pudo ser y lo que fuimos,
lo que cabe en un instante,
todo aquello que detuvo el tiempo.
La oscuridad, tras el relámpago,
se posa nuevamente entre las sábanas.
En el silencio de la negra noche
el eco de una mano enamorada
rozando el labio efímero del viento.