Cada vez que salía del psicólogo, Juan Carlos la llevaba a merendar a una pastelería francesa en la que se servían las mejores milhojas de crema de la ciudad. El hojaldre estaba fresco, crujiente, bien
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Nadie me obligó a quedarme. Yo solo realicé el camino, yo levanté esta vida con mis manos. Volé con la ilusión de un niño chico
Hay un cielo sucio, emborronado, a las seis de la mañana de este lunes. Nunca, jamás podré volver a oír el eco de tu cuerpo
Por no hacer mudanza en su costumbre. Garcilaso de la Vega Limpié de viento los estantes viudos y los sueños que cayeron de la cama
“Erradiquemos el hambre para siempre del planeta”, propuso entusiasmado el presidente. Por mayoría absoluta desapareció del diccionario la palabra.
Otra vez me detengo delante de esta playa y del recuerdo: las manos de mi madre, mi cubo y mi rastrillo y un sándwich de
Cada vez que salía del psicólogo, Juan Carlos la llevaba a merendar a una pastelería francesa en la que se servían las mejores milhojas de crema de la ciudad. El hojaldre estaba fresco, crujiente, bien
Casi había terminado de escribir el último capítulo de la novela. Sus obligaciones parroquiales estaban resultando ser agotadoras desde que se instalara en su nueva residencia, un pequeño pueblo de la sierra granadina. Debía de
José María García Linares (Melilla, 1977) fue, junto con los poetas Antonio Revert y Ernesto Suárez, uno de los organizadores del primer festival poético Voces del Extremo Tenerife, en 2017.
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