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Libros de Poesía

FRENTE A LA VOZ DEL MUNDO

Yo elegí la soledad (el tiempo y la memoria)

escondida en el deshielo

y todo ese torrente de luces, de impresiones

que acaban empapando el día a día

y hacen de mi vida

un vuelo azul en el ocaso de los dioses.

Elegí el silencio, la distancia y la quietud

de la maleza entre las ruinas,

el pensamiento fricativo de los vientos en la hiedra,

la lucidez de la palabra muda

como sombra placentera de la voz del mundo.

Fueron llegando entonces los susurros,

la fragancia de la rosa o de la vida o del poema,

los rostros que dejé pasar y me contemplan

en la noche

como agujas acechando en la garganta,

las ciudades y sus cantos de sirenas,

el otoño, la querencia, el despertar

sin miedo al resbalón por la costumbre,

porque escogí la bruma transparente

que dibuja el pasadizo en los abismos,

el eco cristalino de los puentes

entre ayer y lo que quede de mañana,

la ínsula imposible entre mi cuerpo y mi palabra.

Así, con el sosiego que me da aceptar

el rumbo de mi tiempo sobre el tiempo,

de mi nombre entre los nombres,

de mi ser frente a la voz del mundo.       

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Libros de Poesía

UN BESO BLANCO

Cada tarde, mientras leo,

Sancho custodia mi tiempo

con el amor azabache

de sus ojos pequeños.

Cuando me pongo el café,

sube al puff y me contempla.

Su cobijo y su reposo,

su beso blanco sincero.

Echado entre mis piernas

me mira y su bostezo

me dice que no tema,

que nunca estaré solo

y no seré jamás abandonado.

Entonces lo acaricio

y, sosegado,

sigo, seguro, leyendo.

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RESEÑAS

LO DEMÁS ES MEMORIA

El ala derecha. Cegador, 3

Mircea Cartarescu

(Traducción de Marian Ochoa de Eribe)

IMPEDIMENTA, 2022

533 PÁGS.

“Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. / Lo demás es memoria”. Así cierra Louise Glück el poema “Nostos”, recogido en Meadowlands. Se trataría de una visión de la infancia no como semilla u origen, sino como absoluto efímero, como totalidad perdida. Vivir no es avanzar hacia un futuro prometedor en el que encontraremos el éxito y la satisfacción de una vida, sino alejarse de un pasado, como hace el ángel de la Historia de Benjamin, que se ha perdido para siempre y en el que vimos, por primera y última vez, el verdadero mundo. A partir de ahí todo será rememorar porque todo estará perdido.

            El ala derecha es la tercera entrega de la trilogía Cegador. Mircea, el protagonista de la historia, ha crecido, ya no es un niño, sino un joven que vive en 1989 los últimos coletazos de la dictadura de Ceausescu, las protestas de Timisoara y la revolución rumana: hambre, desesperación, crueldad, pero también esperanza. Cartarescu recurre a un narrador autoficcional capaz de hibridar ficción y realidad de una manera verdaderamente admirable, de ahí el perfecto encaje de lo histórico con episodios inolvidables como el de Herman (un hombre que tiene un feto en el cerebro), las galerías de monstruos, los cuerpos transparentes o los laberintos subterráneos, así como la existencia de esa cuarta dimensión y la posibilidad de evolución de la conciencia humana. Lejos de engañar al lector, de lo que se trata es de posibilitar un discurso efectivo, capaz de traducir lo intraducible. La memoria es expresión de una experiencia, ambas están unidas por el acto mismo de narrar lo vivido, y ese narrar es siempre recrear, puesto que la memoria se compone de alegorías, de metonimias, de tropos que hacen posible toda una semántica ramificada, inagotable, en un mundo, también, inagotable.

 Como bien señaló Enzo Traverso en La historia desgarrada, las palabras nunca estarán a la altura de lo que designan, “ni en forma de narración realista ni con el registro de la transfiguración lírica. Sería en vano buscar en ellas un refugio o un consuelo, e ilusorio confiarles la tarea de una compresión definitiva”. Por ello solo podremos acercarnos a la realidad dolorosa o gozosa de nuestras vivencias mediante otros lenguajes, como el silencio, la ficción, la estética o la poética, puesto que, al insinuar o al sugerir, esos lenguajes posibilitan acceder a lo inescrutable e incomprensible de la experiencia, a lo que solo puede hacerse accesible de forma estética o simbólica. Es decir, solo el lenguaje simbólico es apto para comunicar lo que es incomunicable de por sí, el posible sentido de una experiencia humana. La palabra y la imaginación nos conducen, como tan bien ha puntualizado Mayka Lahoz en La trama de la memoria, al espacio del narrador como espacio mismo de la justicia benjaminiana: es justo aquel que recuerda, y esa rememoración tiene lugar a través de la narración, que se convierte de esta manera en facultad política, en lucha contra el olvido. Dar testimonio, así, para recuperar el lenguaje en su dimensión política y social. Si para Agamben toda palabra y todo relato nacen como testimonio, para Benjamin ese testimonio contiene dentro de sí mismo una ética, esto es, un tipo de saber subordinado siempre a la capacidad de recuerdo, pero también a la de escucha. A través de la metáfora, de la imagen, de los itinerarios oníricos de la imaginación, Cartarescu rememora y reconstruye un tiempo como palabra, como vivencia y experiencia. Verdad y ficción, historia y artificio fundidos en un relato imposible y luminoso repleto de sentidos. 

(Publicado en la revista Quimera, n.º 470)

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Libros de Poesía

ALINEACIÓN

En el silencio sideral,

maravillados,

se observan Júpiter y Venus.

Todo un año vagando y esperando.

No volverán a estar tan cerca hasta el siguiente.

Así es su eternidad.

Aquí, a millones de kilómetros,

el frío da una tregua a los laureles.

Andando en plena noche

tus manos rozan mis palabras

y los pasos se entrelazan por el puente.

Venimos de otro tiempo, lo sabemos

como sabe el mar de otros lugares,

y nada nos preocupa

ni el tiempo nos inquieta.

Se han alineado nuestros ojos

y hemos hecho de este cielo nuestra casa.

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RESEÑAS

ECOPOÉTICA

Naturaleza poética. Antología de ecopoesía y poemas de naturaleza

Coordinada por Miguel Ángel Vázquez

LA IMPRENTA

331 PÁG.

A estas alturas del año, cuando en muchas regiones de España los ciudadanos han probado su primer polvorón tras un día espléndido en la playa, no cabe duda de que el calentamiento global es una evidencia. Sí, ha habido a lo largo de millones de años cambios climáticos perfectamente estudiados, pero esta es la primera vez que los desaires climatológicos están provocados por la mano del hombre. Desde hace décadas las advertencias han llegado desde distintos ámbitos del conocimiento. Uno de los primeros testimonios literarios de la necesidad de tomar partido por la salud de nuestro planeta fue el de Nicanor Parra, con su ya clásico Ecopoemas. En uno de los textos escribía: “entendemos x ecologismo / un movimiento socioeconómico / basado en la idea de armonía / de la especie humana con su medio / que lucha x una vida lúdica / creativa / igualitaria / pluralista / libre de explotación / y basada en la comunicación / y colaboración de las personas”. Nos suena, ¿verdad? Ha llovido demasiado desde entonces. Demasiado poco.

            El poeta, editor y activista Miguel Ángel Vázquez es una de las caras visibles de La imprenta, un proyecto editorial y cultural que es ya referente y casa sosegada en el Madrid pospandémico. Refugio lleno de libros, de acción y de compromiso. Recientemente ha puesto en circulación la antología Naturaleza poética, un compendio que cuenta con la colaboración de 75 escritores. Cada uno de los poemas viene acompañado con un código QR a través del que podemos escuchar cada texto recitado por su autor. Además, incorpora la playlist del colectivo Fridays Future, con lo que la experiencia de lectura se enriquece considerablemente. La equilibrada estructuración en “Ecopoemas” y “Poemas de la naturaleza” convierten el libro en una de las muestras más completas del denominado enfoque ecocrítico, es decir, aquel que examina las relaciones de la literatura con el entorno con el fin de despertar conciencias y denunciar la crisis ecológica. Porque, por más que la razón neoliberal busque minimizar y desacreditar el grito, no hay nada más humano que preocuparse por el hogar, y eso es lo que significa ‘ecología’, del griego oikos (‘vivienda’, ‘casa’) y logos (‘estudio’, ‘tratado’). Disciplina la de Griego que, dicho sea de paso, esa misma razón de la que hablamos ha erradicado de las aulas. Este enfoque ecocrítico apuesta, por tanto, por la necesidad de nombrar no solo el problema, sino también toda la diversidad que se ve afectada por el mismo. El poeta es un ser condenado a nombrar, decía Juan Ramón.

            ¿Tienen, entonces, margen de acción las humanidades, la literatura o las artes para contribuir a paliar la crisis medioambiental? El lector sacará sus propias conclusiones

(Publicado en el diario Ideal el 07/01/2023)

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Libros de Poesía

COLADA

Mientras tiendo la vida en la azotea

observo la quietud de la montaña.

Si me giro, tengo el mar en la mirada,

todo ese azul que tan bien me conoce.

Puedo oírlos conversar

arrullados por el sol de primavera

con palabras cristalinas como el viento.

Somos en la historia los primeros

en saber a ciencia cierta

que este mar y esta montaña ya están muertos,

que ni es verde la muerte

ni tampoco sostenible.

Picotea un mirlo las macetas,

mira mi sombra tenue en los cordeles

y vuela en la mañana hasta perderse.

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Libros de Poesía

LA HISTORIA DEL VIENTO

Llevo en la piel de la memoria

escrita la historia del viento.

Los ojos llenos de luz verde,

los cabellos en el eco de los riscos,

la espalda dorada como un libro en las orillas.

Aquellas cosas que se olvidan

no vuelven nunca a repetirse.

No es augurio ni condena.

Es un cielo antiguo

huyendo sobre el mar en la distancia.

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RESEÑAS

PARA PODER VIVIR EN PAZ

La promesa

Damon Galgut

(Traducción de Celia Filipetto)

LIBROS DEL ASTEROIDE

324 PÁG.

Con La promesa, el sudafricano Damon Galgut se ha alzado con el prestigioso Permio Booker 2021, que ahora ve la luz en Libros del Asteroide. Conocido internacionalmente por textos como The Good Doctor (2003) o The impostor (2008), Galgut aborda en esta ocasión las relaciones y conflictos de una familia blanca, los Swart, afincada en las afueras de Pretoria a lo largo de varias décadas. Conforme la trama avanza, asistimos como lectores a la caída del Apartheid y lo que ello supone para quienes han gozado hasta entonces de todo tipo de privilegios y ahora se resisten a perder. La colisión de intereses se materializa a la perfección en una promesa incumplida, la que le exige Mariana a su esposo poco tiempo antes de morir: que Salomé, la criada negra que ha trabajado para ellos, y que la ha cuidado con devoción en los últimos meses de su vida, pueda quedarse en una pequeña casa cercana en la que ha vivido desde siempre. Amor, la hija pequeña del matrimonio, es testigo de esa promesa en labios de su padre y, sin embargo, tendrá que ver cómo el tiempo pasa y esas palabras están a punto de no cumplirse.

            La cuestión de la palabra revolotea continuamente a lo largo de la novela (“Que él se haya atrevido a hablar así. Que lo haya verbalizado de esa forma. ¡Ha de ser una maravilla ser hombre!”). Mariana, antes de morir, decide regresar al credo judío que dejó al casarse en su juventud. El pueblo hebreo y el cristiano beben de una misma fuente textual, de la revelación de la palabra divina, aunque sabemos que son los segundos los que creen que la promesa de Dios se cristaliza en la palabra de Jesús. El pulso entre la palabra de Mariana (“Mira cómo vuelan las palabras, como cruzan la puerta de la sala […] Observa cómo se elevan sobre la ciudad y en la pequeña bandada del salmo vuelan hasta la granja”) y la palabra de su marido, Manie, apunta quizás hacia esa dirección, a pesar de que “un cristiano nunca falta a su palabra”. En este sentido es muy sintomática la figura del sacerdote amigo de la familia. Sus intereses, su comportamiento, su casi ceguera total, muy metafórica, y que cuestionan, igualmente, su propia voz religiosa en los sucesivos entierros de la familia. De la misma manera la palabra laica resulta también decisiva. La sombra del testamento (“Eres abogada. Deberías saber que las palabras lo son todo”) y la redacción de la novela inconclusa de Anton nos van a acompañar hasta las últimas páginas. Así, será necesaria la presencia de Amor en los funerales de su familia (Ma, Pa, Astrid y Anton, cuatro nombres que coinciden con las cuatro secciones de la obra) para que se cumpla lo prometido.

            “¿Qué quieren de él? ¿Para qué sirve la familia?” es, posiblemente, una de las claves de toda la novela. Ese “para qué” de Anton se transforma en “por qué” en su hermana Amor. A pesar del paso de varias décadas, la pequeña de los Swart no se rinde en su empeño de que las promesas sean cumplidas. Amor es quien nunca olvida a Salomé y quien tiene casi que olvidarse de su propia familia para poder resistir el dolor por la traición, por el incumplimiento de una promesa que permanece viva en su memoria. Atormentada, dolida, desorientada, Amor es capaz de hallar, finalmente, el sentido de su existencia. A mitad de su vida, todo parece, finalmente, posible. Cumplir es, de algún modo, poder vivir en paz.

(Revista Quimera, n.º 469)

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Libros de Poesía

CONTINUUM

¿Cómo se empieza de nuevo

cuando empezar debiera ser

un verbo hermoso y transparente,

ligero de memorias,

de deudas y reproches?

¿Cómo se empieza de cero

cuando cero es un morfema de la nada,

el cerco del vacío

o la cintura del silencio?

Porque nada empieza y todo continua,

incluso tú, que te acabaste,

y sigue tu palabra

hiriéndome en la noche.

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Libros de Poesía

UNA MAÑANA DE SEPTIEMBRE

Me bañé en el viento azul

de una tibia mañana de septiembre,

cuando se para el tiempo en la marea

y los niños melancólicos y rubios

miran hacia el mar desde el colegio.

Quien nada en el azul

nunca regresa indemne a las orillas.

Cómo hacerlo si rozó la luz,

si aprendió del vértigo la sed,

si alcanzó el lugar donde residen

las voces que se apagan con los años.

La brisa de poniente aletargada

en el cielo incandescente de mis ojos.

No cabe en la mirada otra manera

de entender la vida que respiro.

Tejerle al tiempo un verso azul

que invente la ficción de detenerlo.