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Libros de Poesía Palabra iluminada

ECOS

Frente a la cascada

lo soñado, lo esperado, la experiencia.

Todo se precipita en el vacío.

Se oye, en la caída,

un grito delirante,

la voz de la palabra

ya eco, ya perdida.

Y siempre resonando,

agonizante,

en la memoria.

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Libros de Poesía Palabra iluminada

CORDURA

Volver al mar,

a sus canciones,

a la luz anaranjada de mi vida.

Sin muros de ignorancia,

sin rejas en los ojos,

tan sólo quiero el cielo,

la brisa en mis cabellos,

la quietud y la cordura

de una tarde sin pizarra.

Volver al mar

sin tiza en las entrañas,

en busca de miradas,

de un silencio que me escuche.

De poesía.

De esperanza.

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Libros de Poesía Palabra iluminada

SOLEDAD 2.0 III

Bajo todas tus palabras

hay un código secreto.

Cuando escribes, todo el mundo

se reduce a la alternancia

todo/nada, cero/uno.

Cuando dices que me extrañas,

¿suman, restan o dividen

esas letras lo que sientes?

¿Hay espacio para amar

en mitad del algoritmo?

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Libros de Poesía Palabra iluminada

SOLEDAD 2.0 I

No dejas de mirar

la hoja cibernética del mundo.

Qué esperas, qué buscas, qué añoras.

Aguardas a que surjan las palabras

como si de agua milagrosa se tratara.

El tablet, el teléfono, el portátil,

te avisan de que estoy al otro lado,

lejano en lo cercano de tu mesa.

Faltó que nos habláramos entonces,

que ambos nos dijéramos la vida

viviendo cara a cara y cuerpo a cuerpo.

Ahora lo que escribes es ligero como el ruido,

excusas en el código binario del olvido,

metáforas de nuestra soledad,

del ansia de tener en la pantalla

aquello que perdimos con la lluvia,

con la edad, con el descuido.

Así tal vez sea menos doloroso

ir poco a poco disolviéndose,

dejando que el recuerdo se haga foto,

que se abrevien las palabras

y que estar no sea otra cosa que un perfil,

un estado ausente u ocupado,

un icono y una huella digital

de lo perdido una mañana de noviembre.

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Libros de Poesía Palabra iluminada

PALABRA ILUMINADA

Escribo, luego existo

porque digo mi vida 

y al decirla la construyo.

Porque sueño la vida

y al soñarla, la canto.

Y cantar es vivir

en la palabra iluminada.

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Libros de Poesía Neverland

CRECIMOS

Crecimos al final

y, aunque mayores,

seguimos dejando abiertas las ventanas.

Quién sabe si una noche,

si en un sueño

aparecen las sombras de los besos

que dejamos volando sobre Neverland.

No.

No es magia,

tampoco fantasía.

Son recuerdos de la propia vida,

sencillamente,

con los que hemos aprendido a construir

lo que nos queda.

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Libros de Poesía Neverland

MADRES

Suena el viento

en los cordeles.

Cruje de oscuridad el patio.

Silencio en las habitaciones.

Apenas recuerda ya su voz,

su piel, su abrazo.

La verdadera soledad

es una noche sin madre.

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Libros de Poesía Neverland

UN PÉTALO

Hay una rosa en los atardeceres,

un pétalo en la luz de los amantes

heridos por espinas y palabras.

Una fragancia en cada boca,

el verbo ser de la belleza

y la caída de los párpados del beso.

Es comprender, entonces, que los cuerpos

escriben uno en otro su memoria,

el verso infatigable de la nada

en un rasguño de pureza.

El cielo apaga sus miserias con cuidado,

bajan al infierno los termómetros

y el tiempo toma aliento en la almohada.

Llueve un pétalo en la noche.

Es el amor, 

el nombre exacto de las cosas.

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Libros de Poesía Neverland

COORDENADAS

Segunda a la derecha

y todo recto hasta el ayer.

Sólo así regresaremos al olvido

naranja de las llamas de cera,

al vaso opaco

en donde bebimos una vez las ansias

fantasiosas de vivir hacia delante.

Queríamos ser mayores en seguida,

llegar a un pacto con relojes sobornables,

recorrer en moto el infinito

sintiendo el viento inacabable,

la lujuria de ser jóvenes sin cascos,

sin miedo, sin crepúsculos.

Quién te ha visto 

y quién me ve,

sacudiendo ahora las arrugas

en busca de una pizca de magia,

de unas alas de verdad,

las que tuvimos siempre y sólo vimos

cuando empezamos a sentir 

el negro en la garganta,

esa pena escurridiza que cala

las pupilas, los muslos, la misma

taza de café donde mojamos

nuestro amor con mermelada.

Miramos hacia atrás

en busca de las huellas que dejamos

en columpios, en los parques,

en las camas que guardaron

el secreto de mi cuerpo

susurrado en tus mil cuerpos,

azul maravilloso siempre nuevo.

Segunda a la derecha

y todo recto hasta el ayer.

¿Estás lista? Piensa en algo bello.

Así volamos.

Así vivimos.

Yo también a ti.

Ya regresamos.

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Libros de Poesía Neverland

CASA DE LOS NIÑOS PERDIDOS

A mi abuelo lo mató un cáncer.

Se llevó con él

mi primigenia fantasía,

las canciones con pasteles en el campo,

las historias de la noche de Reyes.

Con ocho años cumplidos

la muerte no fue más que una palabra,

un “el abuelo ha muerto” de mi madre.

No lloré porque “el abuelo está en el cielo”

y volverá, pensaba, en unos días.

El cielo de los niños es de azúcar,

de alas de algodón, de nubes gordas.

Reparten chucherías por las calles,

el sol es de color azul,

la gente viste en manga corta

y ríe, saluda y da paseos.

Desde entonces he buscado la manera

de alcanzar ese lugar,

ese cielo que una vez estuvo arriba,

bien marcado con la cruz de los tesoros.

He caminado por la vida,

por los charcos de los álbumes de fotos

y la voz de los recuerdos,

mas sin suerte.

Con los años las palabras

se han cargado de dolor,

y la muerte, la distancia, las ausencias,

han levantado los tabiques

de esta casa sin jardín,

perdida para siempre en la nostalgia

de un abrazo,

de mis pecas,

 de sus canas.