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Entonces empezó el viento Libros de Poesía

LOCURA FAMILIAR

Hemos heredado todas las montañas,

las ciencias, las tristezas, el progreso.

Heredamos a Dios y sus silencios,

el color de nuestra piel,

el tamaño de los ojos,

la fortuna de soñar cada mañana

con un cuerpo enamorado de la vida.

Recibimos tanto y tanto damos

sin cribar, sin disentir, sin opinar,

que acabamos escribiendo en el futuro

perífrasis verbales petrolíferas:

“tienes que ir, debes hacer, hay que tratar”

con mano analfabeta y prepotente,

herencia de un saber contaminante.

Quiero dejarte un mundo nuevo

cargado de palabras y relámpagos,

de animales de oro y caramelo

y alfombras voladoras 

que sean para ti muy diferentes

a esta cáscara podrida y maltratada

en la que vivo.

Que pudieras volar en el océano,

que esta locura que te entrego, que te escribo,

corriera como herencia por tu sangre

hasta el final de los días.

Que lograras alcanzar un tiempo propio,

el territorio de la verdad,

los valles de la sabiduría

y no caer bajo la trampa

del olvido y los palacios.

Estos versos, esta voz,

esta escritura conscientemente herida

quedará arrasada por los años

y la cruda realidad de la ignorancia.

Es lo único que tengo y que te entrego.

Un saco de palabras, nada más,

responsables, amorosas, solitarias.

Mías.

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ESCRITURA

Hay dentro de mí

una escritura milenaria

compuesta de visiones,

de luces,

de palabras.

Colores que narran el origen,

vocales para cada desencanto,

pequeñas llamas encendidas de alegría.

El cielo lee en mis ojos.

La brisa traduce mi profundidad

en un vuelo irregular de golondrinas.

Y siempre esa voz a punto de explotar

en pétalos y sombras.

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CAMPO DE VIOLETAS

Sabe a verde la brisa.

Las flores van y vienen

mesando tus cabellos.

El principio de todo.

Los cuerpos, derramados,

se mecen en los pétalos del tiempo

y escriben su pasión

en los húmedos surcos de la vida.

Nacimos en un campo de violetas

cubiertos del azul de la mañana,

empapados de furor y de rocío.

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VIDA

Lo que soy

es un recuerdo

que una vez

tuve de niño.

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OTRA LENGUA

He de vivir otra lengua

para vivir otra vida.

Una lengua de araucarias,

de voces de levante en los geranios,

de mares helados y verdes,

con la que poder nombrar el cielo

sin temor a convertirlo en una cáscara.

Que cuando diga yo

sea yo lo que pronuncie,

y, cuando me pronuncie,

signifique una mirada libre y calma,

una luz al galope por mis venas.

Verbos con los que escribir

el miedo de ser hombre y el orgullo

de haber nacido hombre en este tiempo,

verbos con los que leer 

mi vida en los bolsillos de tu vida

y el tiempo en la mejilla de tus pasos.

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FILOSOFÍA

¿Qué es el mar?

-me preguntó la niña.

Busqué perfumes,

busqué recuerdos,

busqué palabras

y no hallé nada.

Sólo la húmeda luz

con la que se iluminan mis mañanas.

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(POEMA, SIN TÍTULO)

Me perdonó la lluvia.

A cambio escribo versos tormentosos

para inundar de luz tu vida,

para calmar mi sed de tiempo,

para mojar de azul mi desvarío.

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HOJAS DE OTOÑO

Caes

como la lengua herida del otoño

sobre el verso septembrino

de las orillas quietas.

Dónde buscar esa palabra

con sabor a sol y a madrugadas

a la luz del tiempo eterno

de  un verano que se apaga.

Vas de un lado a otro

mecida por la oscura brisa

de la tarde

hacia el lecho polvoriento de la edad,

sin otra rama a la que asirte.

Una hoja desgarrada por el frío,

por el viento de los años,

por el gris de lo perdido.

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EL POETA

Nómada

en continuo ascenso

a los Infiernos.

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LA PARTIDA

Rompiste las palabras

como el tiempo sus entrañas contra el faro.

Pulverizado ya el sentido,

queda un vacío en la caída del salitre,

una nube fina de vocales

empujadas por el viento.